Caracas. La falta de papel, el colapso económico del país y una alegada política de acoso del gobierno aceleraron la migración de los diarios de Venezuela a Internet. Han logrado mantenerse, pero tienen un duro camino por delante para sobrevivir.
«Era un rumbo del cual no nos íbamos a escapar», dijo a la AFP Jorge Makriniotis, gerente de El Nacional, fundado hace 75 años y que sacó su última edición en papel el pasado 13 de diciembre.
Este rotativo imprimía tradicionalmente 72 páginas en cinco cuerpos diarios, pero desde 2013 redujo progresivamente su número de páginas hasta llegar a 16.
En 2013, el Estado creó una compañía que concentró la importación y distribución de papel, una medida que para Carlos Correa, director de la ONG Espacio Público, generó «dinámicas discriminatorias» al priorizar a los medios de línea oficialista.
Si bien el paso de los diarios a la web es una tendencia global, en Venezuela ese monopolio precipitó el salto. Desde su implantación, 58 diarios dejaron de circular, según Correa.
«Jamás hubo respuesta oficial» a los reclamos de la prensa, explica a la AFP la directora de El Impulso, Gisela Carmona, un periódico centenario del estado Lara (noroeste) que salió de las calles en febrero de 2018 tras un año sin recibir papel.
En su más reciente informe sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela, la ONU señaló que en los últimos años «el gobierno ha tratado de imponer una hegemonía comunicacional con su propia versión de los hechos y creando un ambiente que restringe los medios de comunicación independientes».
Con una inversión que supera el millón de dólares, El Nacional apuesta todo a la web. El anterior «modelo de negocio no es rentable», agrega Makriniotis, en una economía cuyo tamaño se redujo 50% desde 2013 y en hiperinflación.
Aunque el paso a internet estaba en marcha, los periódicos mermaron por una «política sistemática» de asfixia, denuncia el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, mayor organización de periodistas del país. Decenas de radios y televisoras también cerraron.
El Nacional perdió en 2018 una demanda presentada por el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, por publicar reportes de medios españoles que lo acusaban de narcotráfico. La indemnización no ha sido fijada.
Makriniotis sostiene que, en pleno asedio, las pautas comerciales cayeron hasta desaparecer. Según la privada Conindustria, el 80% de las empresas cerraron en Venezuela en las últimas dos décadas.
Cuando abrió su quiosco hace 18 años en Caracas, Carminda Márquez vendía decenas de diarios y otras publicaciones. Despachaba unos 80 periódicos diarios.
«Vendo tres o cuatro ahorita», se lamenta Carminda, de 80 años, con una oferta reducida a unas pocas cabeceras, en su mayoría oficialistas.
El diario regional Panorama (Zulia, noroeste) dejó de imprimirse el 14 de mayo durante una «tormenta perfecta» de masivos apagones, cuenta a la AFP su directora editorial, María Inés Delgado.
Iluminada con una planta eléctrica, la que fuera una ajetreada redacción se vació con la renuncia de trabajadores que migraron por la crisis. «Reemplazaba uno y se iba otro», relata Delgado.
Panorama migró a la web con un portal que aún no es rentable, apunta la directora, tras desaparecer los avisos, su principal soporte.
Medios como El Impulso se sostienen con banners publicitarios del extranjero, refiere su directora.
Los medios digitales, que intentan llegar a más gente y monetizar sus contenidos, enfrentan otros obstáculos de carácter tecnológico.
Venezuela, antaño vanguardia en Latinoamérica, es el segundo país con menor velocidad de conexión de banda ancha en la región, según el Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys). Solo en Paraguay es más lenta.
En un país con tarifas controladas, las empresas de telefonía afrontan serios problemas para mantener sus redes.
Además, los suscriptores de telefonía con celulares inteligentes cayeron de 13,2 millones en 2015 a 12 millones en 2018, según la estatal Conatel.
La penetración de internet se mantenía en el 60% en 2018, de acuerdo con la ONG Freedom House.
En ese contexto, medios como El Pitazo, ganador del premio Ortega y Gasset de Periodismo (2019), de España, buscan recursos mediante crowdfundings (financiamiento con donaciones) y postulando proyectos de investigación ante organizaciones internacionales.
«En 2017 hicimos un crowdfunding que nos dio recursos para sostenernos», comenta a la AFP su director, César Batiz.
Como otras páginas web informativas, El Pitazo ha sufrido ataques cibernéticos, incluyendo cuatro dominios bloqueados. De 110.000 visitas diarias antes del primer bloqueo en 2017, ahora roza las 52.000, 65% fuera del país.
«Las personas no están recibiendo información», resume Melanio Escobar, director de la ONG Redes Ayuda.