Se reúnen en locales como El solar del vino, Mantis y La cigarra. Van por la calle con su actitud desenfrenada y una estampa audaz y valiente. «Ser punk es más que una cultura, es un estilo de vida», apunta Leonardo Rojas, estudiante de Comunicación Social y vocalista de Blackout, una banda de hard core punk. Los gustos musicales de los punk son más extensos. Algunos escuchan neo punk, power punk o rock punk. Cuentan que al principio oyen música parecida, y al final cada quien elige el género que más le gusta.
Unos llevan zapatos como el tablero de un ajedrez y cortes de cabello tipo cresta; otros, franelas de calaveras o septum (el piercing que va en la nariz); algunas chicas van con cabellos de colores intensos, mini faldas o medias fishnet. Veronica Falcon, estudiante de Sociología, reconoce que se viste así para diferenciarse del resto, «aunque siempre te ponen etiquetas». Melanio Escobar, un joven punk quien además es redactor del semanario Urbe, coincide: «Lo que buscamos es no formar parte del mismo rebaño».
Los estilos entre los punk son amplios y de estéticas diversas. Gustavo Hontoria, estudiante de Derecho, cuenta que escucha más punk californiano y que eso se nota en su propio gusto estético. El lleva capris camuflados, zapatos a cuadros y una chemise naranja. «Los neo punk nos vestimos con colores alegres, y la música habla más de contenido social. Pero todos saben que sus looks crean etiquetas sociales. «Mucha gente nos tacha de vagos por como vestimos», acota Dayana Rodríguez, una chica punk que estudia Comercio Exterior.
Son portadores de una estética anticapitalista y anticomercial. Muchos intervienen su propia ropa, mandan a estampar sus franelas o usan las piezas a su modo y con su estilo. «Los punk creemos en el antiimperialismo, apoyamos más el individualismo que lo que está fabricado para las masas», sentencia Escobar.