Fuente: Suburbio.
Lo que te puedo decir sobre fingir todo el tiempo es que es algo natural en nosotros, fingimos felicidad, interés, tristeza, llanto, risas, amistad, odio, amor y hasta orgasmos llegan a ser falsos por tanto tiempo que se olvida como es uno real. Es el clásico «Me voy a comprar esta camisa, de esta banda que no conozco, pero que se ve tan brutal que a todos le va a encantar» ¿Para que diablos haces eso? Tan fácil que es ser verdadero, es preferible que uses una de Popy antes.
Como cuando estamos dormidos y nos despiertan con una llamada telefónica, hacemos de todo para que el sonido que de la voz y la coherencia de las palabras no delaten que teníamos horas botando baba y roncando, para que al final sonemos cual hijo de Yoda y Chewbacca. ¿Qué tiene de malo dormir? La verdad es que fingimos para no tener que excusarnos aún y cuando al venezolano le encanta pedir disculpas: Disculpe ¿me puede dar un cafe grande? -Disculpe ¿cuánto cuesta esta camisa? -Disculpe, ¿pueden mover su carro para yo poder salir de mi puesto? Tenemos los valores tan invertidos que nos disculpamos cuando no debemos y lo evitamos cuando sí tenemos razón para hacerlo.
La cosa es que, es completamente normal no tener interés en lo que la chama te está contando sobre su amiga a la que no le funcionó la dieta y está pensando en hacerse una lipo, tampoco es una aberración querer lanzarte de un balcón cuando un tipo te está cayendo a cuentos baratos para llevarte a la cama, ahí es cuando debes decir «Disculpa ¿Podemos hablar de otra cosa?» no cuando pides un café, el cual vas a pagar y es trabajo del otro dártelo, a eso solo le corresponden: por favor y gracias… lo que me lleva a otro punto: Somos unos malagradecidos.
Nunca damos las gracias por nada parece que nos da pena, o que si lo hacemos nos caerá la maldición de Maracapana. Esto es consecuencia de la cultura del «Vivo» que tenemos en nuestra hermosa tierra, donde el que va por el hombrillo en una cola es el más duro al volante, donde se valora más a un tipo que hace negocios dudosos con cupos de dólares de compras en internet, que a alguien que se gana la vida honestamente con un sueldo bajo, en donde estamos poniendo en un pedestal al que guisa con contratos porque «está montado», es decir vivimos de la cultura del «Soy el mas arrecho» tanto, tan arrecho que ¿Para qué decir gracias si nadie me ayudó? lo que pasa es que yo soy tan arrecho que todo me lo gano por eso.
Si dejáramos de fingir un poco, agradeciéramos lo que se debe y nos excusáramos por lo que tenemos, nos rodearíamos de amigos que compartan nuestros verdaderos intereses, viviríamos un trato coherente con las personas de nuestro entorno y tendríamos orgasmos reales en vez de gritos vacíos que disfrazan la mente que esta en otro lado.