EDITORIAL: El último de los mohicanos
Desde hace un tiempo se cree que vivir en Venezuela y representar su lucha viene siendo un acto de valentía y coraje, cuando para muchos de nosotros no existe otra opción que hacerlo. No hay más opción que pasar nuestros días sorteando criminalidad, inflación, falta de oportunidades y aceptar ningún tipo de proyecto futuro. Me he dado cuenta que, ninguno de los que nos quedamos somos héroes de la patria y tampoco los que se van son luchadores por enfrentar el exilio. Pareciera injusto, pero es así, ya que el hecho de estar en el país y trabajar por él no tiene que ver con el código postal que define tu dirección. Tampoco tiene que ver con la duración de tu pasaje, tus ahorros, o tu trabajo, con lo que sí tiene que ver es con que lleves a Venezuela en el corazón y pelees por ella desde cada rincón del planeta, eso incluye Montalbán, Petare, Bogotá y Recoleta.
Permanecer en el país es un asunto mental, y puedo entender al que se va. La vida es otra y las oportunidades de esparcimiento/crecimiento que te ofrece estar dentro de un sistema democrático y relativamente normal son tan variopintas que cualquiera se desconecta de sus raíces, en cierto punto, es sano. Esto pasa igual estando en dictadura, muy a pesar de los constantes problemas hay quienes deciden simplemente caminar sus días ignorando el fuego que le va quemando los pies, haciendo de ojitos locos ante la hambruna, la arbitrariedad y la muerte. Esos, tampoco viven en Venezuela, pero como dije antes, los que si vivimos en ella estemos dentro o fuera de su frontera, tenemos la ardua tarea de levantar la moral, de ser contestatarios, de no dejarnos pisar ni mirar como pisan a otros, esos, nosotros los que vivimos en Venezuela, dentro y fuera de ella, somos los últimos de los mohicanos, los que decidimos vivirla entera y luchar por ella.
En esta oportunidad, desde Alemania te mostramos el arte que refleja la historia que los supermercados del país repiten: la manipulación y el control social de la comida. Este arte tiene la intención de despertar las ideas en el mundo y voltear los ojos hacia este gran problema. Así como también, te mostramos a los que desde nuestra frontera día a día generan cambios y espabilan las conciencias todas las semanas; a través del programa de radio le damos vocería al que representa la voz de tantos que han sido tratados de ser callados, le damos durante media hora el espacio para que se expresen y motiven a otros con su ejemplo. Quedamos pocos y de eso se trata en estos momentos, no de cantidad sino de calidad, somos los sobrevivientes del apocalipsis, somos música, arte, cultura y activismo, somos la resistencia cívica a la dictadura, somos Humano Derecho.
Por Melanio Escobar – @MelanioBar